miércoles, 17 de abril de 2024

Comentario lectura evangelio 18/04/24

El que recibe a Cristo, deviene Cuerpo del Resucitado

La naturaleza humana fue asumida por el Hijo de Dios tan íntimamente que no sólo en él, “el Primogénito de toda la creación” (Col 1,5), sino también entre los santos, sólo hay un único y mismo Cristo. Como la cabeza no puede ser separada de los miembros, los miembros no pueden  ser separados de la cabeza. (…)

Con Cristo sufren los mártires con coraje glorioso, con fe los que renacen con el baño de regeneración. Cuando se renuncia al diablo por creer en Dios, se pasa de lo vetusto a la renovación. Cuando se deposita la imagen del hombre terrestre para revestir la forma celeste, se produce una especie de muerte y de resurrección. El que recibe a Cristo y es recibido por Cristo, después de la inmersión del bautismo, no es el que era antes, sino que la carne de Cristo es el cuerpo del renacido.

Por eso, la Pascua del Señor es celebrada como conviene, “con los panes sin levadura de la pureza y la verdad” (1 Cor 5,8). Una vez rechazado el fermento de la antigua malicia, la nueva criatura se  embriaga y alimenta del Señor mismo. La participación al Cuerpo y Sangre de Cristo tiene la capacidad de hacernos llevar a todas partes, en nuestro espíritu y en nuestra carne, aquel con el que hemos muerto, hemos sido sepultados y somos resucitados.

Fuente: San León Magno (¿-c. 461) papa y doctor de la Iglesia

martes, 16 de abril de 2024

Comentario lectura evangelio 17/04/24

Yo soy el pan de vida. El que venga a mí, nunca tendrá hambre

¿Dónde encontráis la alegría de amar? En la eucaristía, la santa comunión. Jesús mismo se hizo "pan de vida" para darnos vida. Noche y día está allí. Si vosotros realmente queréis crecer en el amor, volved a la eucaristía, a esta adoración. En nuestra congregación, teníamos la costumbre de tener la adoración una vez a la semana durante una hora; después, en 1973, decidimos tener la adoración cada día durante una hora.

Tenemos mucho trabajo; por todas partes nuestras casas para enfermos y moribundos indigentes están llenas. Pero a partir del momento en que comenzamos la adoración cada día, nuestro amor por Jesús se volvió más íntimo, nuestro amor por cada uno más benévolo, nuestro amor por los pobres más compasivo.

Mirad el tabernáculo y ved lo que significa ahora este amor. ¿Soy consciente de eso? ¿Mi corazón es lo bastante puro para que vea allí a Jesús? Con el fin de que para vosotros y para mí sea más fácil ver a Jesús, él mismo se hizo "pan de vida"; con el fin de que pudiéramos recibir la vida, una vida de paz, una vida de alegría. Encontrad a Jesús y encontraréis la paz.

Fuente: Santa Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad

lunes, 15 de abril de 2024

Comentario lectura evangelio 16/04/24

El pan de Dios, es el que desciende del cielo y da la vida al mundo

Cristo es "el pan de la vida" para los que creen en él: creer en Cristo es comer el pan de vida, es poseer en sí a Cristo, es poseer la vida eterna…

"Yo soy el pan de vida, dice; vuestros padres comieron maná en el desierto, y murieron" (Jn 6,48s). Por ahí hay que comprender la muerte espiritual. ¿Por qué murieron? Porque creían lo que veían; no comprendían lo que no veían… Moisés comió maná, Aarón lo comió y muchos otros también los que agradaron a Dios y que no murieron. ¿Por qué no murieron? Porque comprendieron espiritualmente, tuvieron hambre espiritual, probaron espiritualmente el maná para ser saciados espiritualmente. "He aquí el pan que baja del cielo: el que lo coma no morirá" (v. 50).

Este pan, es decir Cristo mismo el que hablaba así, estaba prefigurado en el maná, pero puede más que el maná. Porque el maná mismo no podía impedir morir espiritualmente… Pero los justos vieron en el maná a Cristo, creyeron en su venida, y Cristo, cuyo maná era el símbolo, les concede a todos aquellos que creen en él no morir espiritualmente. Por eso dice: "este es el pan que ha bajado del cielo; el que lo come no morirá". Aquí sobre la tierra, aquí ahora, delante de vuestros ojos, vuestros ojos de carne, aquí se encuentra "el pan bajado del cielo". "Yo, soy el pan vivo, que ha bajado del cielo" (v. 51). El "pan de la vida" desde siempre llamado "pan vivo". Pan vivo, porque él mismo posee la vida que permanece y porque puede librar de la muerte espiritual y dar vida. Primero dijo: "el que lo coma no morirá "; ahora habla claramente de la vida que da: "el que come este pan vivirá eternamente" (v. 58).

Fuente: Balduino de Ford (¿-c. 1190), abad cisterciense, después obispo

domingo, 14 de abril de 2024

Comentario lectura evangelio 15/04/24

Hoy, después de la multiplicación de los panes, la multitud se pone en busca de Jesús, y en su búsqueda llegan hasta Cafarnaúm. Ayer como hoy, los seres humanos han buscado lo divino. ¿No es una manifestación de esta sed de lo divino la multiplicación de las sectas religiosas, el esoterismo?

Pero algunas personas quisieran someter lo divino a sus propias necesidades humanas. De hecho, la historia nos revela que algunas veces se ha intentado usar lo divino para fines políticos u otros. Hoy, en el Evangelio proclamado, la multitud se ha desplazado hacia Jesús. ¿Por qué? Es la pregunta que hace Jesús afirmando: «Vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado» (Jn 6,26). Jesús no se engaña. Sabe que no han sido capaces de leer las señales del pan multiplicado. Les anuncia que lo que sacia al hombre es un alimento espiritual que nos permite vivir eternamente (cf. Jn 6,27). Dios es el que da ese alimento, lo da a través de su Hijo. Todo lo que hace crecer la fe en Él es un alimento al que tenemos que dedicar todas nuestras energías.

Entonces comprendemos por qué el Papa nos anima a esforzarnos para re-evangelizar nuestro mundo que frecuentemente no acude a Dios por los buenos motivos. En la constitución "Gaudium et Spes" ("La Iglesia en el mundo actual") los Padres del Concilio Vaticano II nos recuerdan: «Bien sabe la Iglesia que sólo Dios, al que ella sirve, responde a las aspiraciones más profundas del corazón humano, el cual nunca se sacia plenamente con solo los alimentos terrenos». Y nosotros, ¿por qué continuamos siguiendo a Jesús? ¿Qué es lo que nos proporciona la Iglesia? ¡Recordemos lo que dice el Concilio Vaticano II! ¿Estamos convencidos del bienestar que proporciona este alimento que podemos dar al mundo?

Fuente: Abbé Jacques FORTIN, (Alma (Quebec), Canadá)

sábado, 13 de abril de 2024

Comentario lectura evangelio 14/04/24

«Tócame y mira»

Después de la resurrección, como el Señor había entrado con todas las puertas cerradas (Jn 20,19), los discípulos no creían que había recuperado la realidad de su cuerpo, sino suponían que sólo su alma había regresado bajo una apariencia corporal, como las imágenes que se presentan a los que tienen en su sueño. "Creían que veían un espíritu "...

"¿Por qué estáis turbados, y por qué tenéis pensamientos inquietantes en vuestros corazones? Ved mis manos y mis pies". Ved, es decir: estad atentos. ¿Por qué? Porque no es un sueño lo que estáis viendo. Ved mis manos y mis pies, ya que, con vuestros ojos agobiados, no podéis todavía ver mi rostro. Ved las heridas de mi carne, ya que todavía no veis las obras de Dios.

Contemplad las marcas hechas por mis enemigos, ya que todavía no percibís las manifestaciones de Dios. Tócame, para que tu mano te dé la prueba, ya que tus ojos están cegados... Descubre los agujeros de mis manos, busca en mi costado, reabre mis heridas, porque no puedo negarles a mis discípulos con vistas a la fe, lo que no les negué a mis enemigos para mi suplicio. Tocad, tocad, ahondad entre los huesos, para confirmar la realidad de la carne, y que estas heridas todavía abiertas atestiguan que son bien mías...

¿Por qué no creéis que he resucitado, yo que devolví a la vida a varios muertos ante vuestros ojos?... Cuando estaba colgado en la cruz, me insultaban diciendo: "El que salvó a otros, no puede salvarse a sí mismo. Que descienda de la cruz y creeremos" (Mt 27,40). ¿Qué es más difícil, descender de la cruz arrancando los clavos o regresar de los infiernos pisoteando la muerte? Yo mismo me salvé, y rompiendo las cadenas del infierno, subí hacia lo alto.

Fuente: San Pedro Crisólogo (c. 406-450), obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia

viernes, 12 de abril de 2024

Comentario lectura evangelio 13/04/24

La barca tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban.

Cristo sube a una barca. ¿No era él que enjugó el mar, amontonando las aguas por ambos lados para que el pueblo de Israel pudiera pasara a pie enjuto como por un valle? (Ex 14,29) ¿No era él que hizo pasar a Pedro por encima de las aguas, haciendo que las olas formaran un suelo firme y sólido debajo de sus pies? (Mt 14,29)

Cristo sube a la barca. Cristo, para atravesar el mar de este mundo hasta el final de los tiempos, sube a la barca de su Iglesia para conducir a los que creen en él hasta la patria del cielo por una travesía apacible, y hacer de aquellos con quien compartió la condición humana, ciudadanos de su reino. Cristo, ciertamente, no tiene necesidad de la barca, pero la barca necesita a Cristo. Sin este timonero celestial, en efecto, la barca de la Iglesia, agitada por las olas, no llegaría nunca a puerto seguro.

Fuente: San Pedro Crisólogo (c. 406-450), obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia

jueves, 11 de abril de 2024

Comentario lectura evangelio 12/04/24

La gente entonces, al ver el signo que había hecho Jesús, decía: ‘Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo"

Gobernar el universo es, verdaderamente, un milagro más grande que saciar el hambre a cinco mil hombres con cinco panes. Y nadie se sorprende de ello, y en cambio la gente se extasía ante un milagro de menor importancia porque sale de lo ordinario. En efecto ¿quién es capaz de mantener todavía hoy el universo sino aquel que con algunos granos creó las cosechas? Cristo, pues, hizo lo que Dios hace. Sirviéndose de su poder de multiplicar las cosechas a partir de unos pocos granos, multiplicó cinco panes en sus manos. Porque el poder se encontraba en las manos de Cristo, y estos cinco panes eran como semillas que el Creador de la tierra multiplicaba sin ni tan sólo confiarlos a la tierra.

Esta obra fue puesta ante nuestros sentidos para hacernos elevar nuestro espíritu…Así nos es posible admirar “al Dios invisible al considerar sus obras visibles” (Rm 1,20). Después de habernos desvelado la fe y purificados por ella, podemos incluso desear ver, no con los ojos del cuerpo, al Ser invisible que conocemos a partir de las cosas visibles… En efecto, Jesús, hizo este milagro para que lo vieran los que se encontraban allí, y lo pusieron por escrito para que nosotros lo conozcamos. El efecto que en ellos hizo la vista, en nosotros lo hace la fe. También nosotros reconocemos en nuestra alma  eso que los ojos no han visto, y recibimos el más bello elogio, puesto que es de nosotros que se ha dicho: “Dichosos los que creen sin haber visto” (Jn 20,29).

Fuente: San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia